Tenemos cielo nuboso y cada vez lo estará más. Evidentemente no me refiero a la meteorología, aunque también se cumpla este mes. Las grandes empresas y la administración están planeando, o llevan algún tiempo ejecutando, sus estrategias de computación en la nube y esto nos afecta.
El fenómeno del Cloud Computing o computación en la nube no es algo nuevo. Es la evolución y racionalización de los servicios de información prestados a través de internet o cualquier red de datos. Como usuarios no nos interesa cómo se prestan estos servicios. Ya se trate de software (SaaS), plataformas (PaaS) o infraestructura (IaaS), estos detalles son para los profesionales del sector. Lo que hay dentro de la nube queda oculto a la vista del cliente.
Uno de los servicios más antiguos disponibles en la nube, cuando todavía no se llamaba así, es el proporcionado por los motores de búsqueda como Google. Otro es el correo electrónico, como por ejemplo Gmail o Outlook. Actualmente se puede considerar un servicio la publicación de blogs o páginas web. Posteriormente apareció el almacenamiento remoto de Dropbox, Sugarsync y otros, incluyendo -como no- Google Drive y SkyDrive de Microsoft. Hay que destacar el modelo de Apple y su iCloud porque integra varios servicios de forma bastante amigable.
El aspecto económico no es obstáculo, la mayoría de las aplicaciones en la nube son gratuitas. A veces hay que pagar por servicios avanzados, por ejemplo una mayor capacidad de almacenamiento, pero habitualmente se financian mediante otros medios como la publicidad. Lo que debe preocuparnos es la seguridad de nuestros datos y el uso que las empresas hagan de ellos. La legislación española de protección de datos (LOPD) no afecta a los proveedores mencionados porque tienen sus sedes en el extranjero.
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