Ayer publicaba el periódico de mayor tirada nacional que la Agencia de Protección de Datos (APD) ordena a los arzobispados anotar la apostasía junto al bautismo. Dicho periódico es conocido por su animosidad contra la Iglesia y así lo reflejaba en el artículo. Pero sirve para cuestionarse las competencias de la Agencia y su eficacia en el caso de organismos no nacionales.
La principal base legislativa de la APD es la Ley Orgánica de Protección de Datos de Carácter Personal (LOPD 15/1999) y el Reglamento de Medidas de Seguridad de los ficheros automatizados que contengan datos de carácter personal (RMS, RD 994/1999). Este reglamento regula las medidas técnicas y organizativas que deben aplicarse a los sistemas de información en los cuales se traten datos de carácter personal de forma automatizada. En cualquier caso se trata de normas aplicables a España.
Pongamos el caso de la OTAN. Esta organización internacional tiene datos de los militares, tanto españoles como extranjeros, que trabajan en sus instalaciones. La APD ni siquiera tiene constancia de tales ficheros porque son confidenciales. Además es un organismo militar y sería igual de difícil aplicarle la LOPD que al Centro Nacional de Inteligencia. Se trata de excepciones a la norma.
Los bautismos son un caso distinto porque son registros públicos realizados en las parroquias situadas en suelo español. Pero ¿qué pasaría si el registro se centralizara en el Vaticano? Al tratarse de un organismo internacional habría que remitirse a los acuerdos entre las partes. En este caso Iglesia-Estado y me parece que no tratan de este tema específicamente. Es un límite de competencias.
El resto del artículo publicado se limitaba a contar las experiencias personales de tres apóstatas que no querían ser contados como católicos en las estadísticas. Está claro que en la Iglesia cabe todo el mundo (pues Cristo murió por todos) pero quien quiere irse puede hacerlo libremente. Sus datos pueden borrarse o no, pero esto no cambia los hechos. En las estadísticas y los grandes números, tres personas no cuentan para nada. En caso de que se considere algo de capital importancia debería incluirse en la próxima revisión de los acuerdos Iglesia-Estado.
Para terminar me gustaría contar lo que vi en la misa de doce de ayer. Entre la multitud que llenaba el templo, delante de mí, había una pareja joven de español y china. A mi izquierda una adolescente negra (y lo digo con cariño, ¿alguien piensa que debería decir de color?) rezaba junto a su familia autóctona de Madrid. Y detrás un matrimonio de paisanos con dos niñas y un niño me dieron la paz con una sonrisa. ¡Esto es más que tolerancia! Alguien tenía que contarlo porque estos hechos no son noticia, y menos para el periódico mencionado.
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